Humanoid - Tokio Hotel

El cuarteto soprende con una obra en donde a su estilo de siempre le suman toques pop y arreglos electrónicos.

Hijos de la era digital, el futurismo que plasman en su nuevo disco, Humanoid, los germanos Tokio Hotel es, por decirlo de alguna forma, inocente. Musicalmente hablando, se trata de una obra en la que los hermanos Kaulitz y compañía siguen desarrollando ciertos aspectos de sus álbumes anteriores - electricidad, melodías, y letras donde plasman su visión adolescente del amor y la tristeza – pero con el agregado de sintetizadores, sonidos electrónicos y un espíritu más pop.

A primera escucha queda claro que Depeche Mode la banda que más influenció a Tokio Hotel a la hora de concebir este disco. Sin ir más lejos, el tema “Conect to human” es una especie de “Personal Jesus” lavado, donde sobrevive el riff pero no quedan vestigios de la mugre blusera que tan bien supieron lograr Martin Gore y Dave Gaham. En general los momentos más interesantes de la placa – “Noise”, “Dogs unleashed” y “Pain of love” – son aquellos en los que el grupo se acerca al pop de los 80. Pero como dijimos al principio, no todo es cambio en Humanoid: las baladas que toda fanática espera (“Zoom into me”) y las furibundas guitarras de Tom Kaulitz (“Humanoid”) siguen presentes y gozan de buena salud.

Si hay algo para reprocharle al álbum es confundir la búsqueda estética del mecanicismo – algo que lograron con creces sus coterráneos Kraftwerk – con sobreproducción. Es tal la perfección obtenida en estudio que hasta los estallidos eléctricos suenan contenidos, como si todo hubiera sido medido y calculado milimétricamente, pero sin lograr nunca el efecto buscado.

A pesar de cierta sensación de tibieza que deja la placa – una apuesta a medias-, es loable la intención de Tokio Hotel de buscar nuevos rumbos y asumir desafíos. Ojalá que sigan así.

Paulo De Santis

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